Decálogo de una madre primeriza

Después de, ay madre, casi 10 meses de maternidad, me veo en disposición de escribir un decálogo que puede resultaros interesante, divertido, o todo lo contrario ;P A mí seguro que me viene bien recordar, algún día, todas las cosas que nos han pasado desde que nos quedamos embarazados. Este decálogo resume mi experiencia como madre primeriza. No obstante, la tuya puede ser totalmente diferente.

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1. Duerme todo lo q puedas antes de que la criatura venga al mundo. EN SERIO. Deja de ponerte a pensar en su cuartito, en la ropita o en cómo será el gran día, en lugar de dormir. Porque todo se resolverá en su momento, pero las horas de sueño perdidas nunca volverán.

2. La lactancia materna no es fácil. Ni su proceso, tan natural como yo imaginaba. Puedes ser de esas a las que sus bollitos se les enganchan con una facilidad increíble. Pero, por lo general, hay que enseñarles a engancharse y a comer. A comer, sí; porque los primeros días se quedan adormilados y ese no es el objetivo. Hay que acariciarles el talón o incluso darles unos suaves golpecitos mientras ellos maman, para que no caigan en los brazos de morfeo.

3. Pasa de los comentarios de los demás. Y no solo de terceros lejanos, también de los de tu propia hermana. Si es lista -y tb ha sido madre- ella misma te dirá: «Yo hice esto, pero tú haz lo que te salga de ahí», que es lo que me dijo la mía.

4. Los bebés comen, duermen y cagan. Y no hay mucho más durante las primeras semanas (o meses).

5. Tras el parto, el pelo se te cae. Y MUCHO. Olvídate de tu melena fuerte y brillante y ten a mano el teléfono del fontanero, para que vaya a desatascar tus tuberías. Un horror. Peeeero tranquilidad, porque el pelo vuelve a nacer. A partir del tercer mes de haber dado a luz, pequeños pelitos irán haciendo acto de presencia por toda tu cabeza. Tened a mano productos antiencrespamiento 😉

6. Eso de que cuando estás embarazada hay que comer por dos es un mito. Pero oye, si puedes, ¡hazte feliz! Tu cuerpo y tu bebé te lo agradecerán. Yo tuve la suerte de no tener diabetes gestacional, ni cogí muchos kilos, así que si me apetecía cualquier capricho bañado en chocolate, cosa que ocurría a diario, pues me daba permiso. Intentaba compensar caminando mucho y bebiendo mucha agua.

7. El síndrome del nido es VERDAD. Piensas cómo ordenar cosas, las ordenas, rectificas el orden y vuelves a pensar. Y así una y otra vez, hasta que alguien -el buenpadre- te coge de los brazos y le dice a tu síndrome: «¡sal del cuerpo de mi mujer!».

8. Piensa en la primera foto con tu bebé. Y no te flipes con cambios de look durante el embarazo. Odio cómo salgo en la foto del hospital. No me veo cara de madre radiante de felicidad. Me corté el pelo muy corto durante el embarazo, para estar más cómoda y tal… ¡Con lo fácil que hubiera sido haberme hecho un moñete!

9. Si no te ceden el asiento en el metro, que no lo harán, reclámalo tú. Es un derecho y por eso hay determinados asientos asignados para personas mayores, con muletas, embarazadas o que vayan con niños. Te plantas delante del asiento en cuestión y, muy educadamente, dices: «¿me permite que utilice el asiento reservado?». Y punto.

10. Vas a ser la persona más feliz del mundo. Y tu bebé, el más guapo. Y lo sabes.

Virus, virus, virus

No veo la luz al final del túnel… ya ni recuerdo cuándo empezó todo. Ah, sí, con la adaptación del niño a la guardería, a principios del mes pasado. En una semana ya cogió los primeros virus que se manifestaron con mocos, legañas, tos…. Y la semana pasada ya le diagnosticaron la temida bronquiolitis, la «amiga» que persigue a más de un peque a lo largo de sus años de guardería (incluso de cole) como si no hubiera un mañana…. Y yo que me quería librar. ¡Ja! Ilusa yo…

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Y nosotros igual. No tenemos bronquiolitis, porque nuestro sistema respiratorio es más maduro que el de nuestro bollito. Pero Gafapapá tose cual perro viejo y no tiene un hilo de voz. Y yo tengo unas placas como camiones alojadas en mi garganta, he pasado días enteros con 38 de fiebre y un mal cuerpo que pa qué.

Logísticamente está siendo un poco calvario. El niño no puede ir a la guardería y yo no he podido ir a trabajar cuando he estado mala. En los días en los que hemos coincidido enfermos el niño y yo, me he quedado con él ya que mi médico me mandaba reposo domiciliario, por lo que le he cuidado como he podido a pesar de no estar al 100%. Y cuando he estado «sana», me he cogido los días de mis vacaciones. Así es la conciliación (aquí). Y claro, a pesar de tener justificadas mis faltas al trabajo, no puedes evitar sentirte entre mal y culpable, y mira que culpa tenemos más bien poca.

Y aquí estamos. A jueves y aún con tos y mocos. Y me cruzo con comentarios del tipo «ayyy, yo tuve que sacar al mío de la guardería»; «yo estuve el primer año con la niña en casa, luego me incorporé al trabajo»; «yo hago malabarismos para dejar al niño con alguien el día que se despierta con fiebre»…. Y esto es solo la primera vez del año. ¿Cuántas más nos esperan? Me da un poco (bastante) de miedo que vuelva a la guarde y que coja nuevos virus… pero no me queda otra (creo). Yo solo quiero salir de este pozo de virus, celebrar la Navidad como es debido, poder dar el pecho al nene sin tener que ponerme una mascarilla para no contagiarle yo lo mío, despreocuparme cuando esté en el trabajo… Si de paso me toca la lotería, ya sería la bomba 🙂

¿Qué hacéis vosotros cuando vuestros peques están malos? ¿Qué problemas habéis tenido en vuestros trabajos? ¿Hay luz al final del túnel?

 

Mi baja por maternidad llega a su fin

Sí, así es. Después de las 16 semanas estipuladas por ley, los 15 días de lactancia y mis días de vacaciones, he de decir adiós a mi baja. Y con mucha pena. Porque la he disfrutado mucho. Muchísimo. Cada día, cada minuto. Sí, con altibajos. Con momentos de «¿Me dejará dormir esta cosita en algún momento?». O de «¿Cuándo me volveré a pintar las uñas?»… Con todo, repetiría cada segundo.

Repetiría los amaneceres, tranquilos, divertidos, cuando, si no estaba ya en la cama conmigo, le tumbaba a mi lado, le hacía pedorretas, le llenaba de besos la cara y él me la babeaba a mí. Y se reía con su boca bien abierta y redondita. Y nos pasábamos un buen rato ahí tirados. Repetiría los paseos por nuestro barrio, con mi nene mirándome desde su capazo, primero, y desde la silla después. Y yo haciendo el tonto (qué pensarán de mi en el barrio, oiga). Caminando sin mirar dónde pisaba y haciendo muecas para arrancar, de nuevo, otras mil sonrisas. Repetiría nuestros juegos en la hamaca, en el parque, en nuestra cama. Las siestas cuerpo con cuerpo. Los paseos de la tarde, ya con Gafapapá, con más sonrisas, con palabras en francés, con las cachillas del nene al aire, en verano, y el forro polar ya estos últimos días. Bajamaternal

Mañana se abre una nueva etapa. Comienzo de nuevo a trabajar y se me va a hacer raro, o eso creo. De repente, vuelvo a estar sola. Sola en el sentido más físico de la palabra. Porque después de 1 año y 2 meses con mi bollito (9 meses dentro de mí, 5 de baja maternal) me adentro, de nuevo, en la gran masa ya sin él. Seguro que todas me comprenderéis. El vínculo es tan especial y tan intenso que se hace muy raro (y muy difícil) no tener a esa parte de ti en la misma habitación o en la misma casa.

No quiero aferrarme a esta idea. No quiero no saber cómo avanzar. Creo que voy a poder hacerlo, porque así es la vida, así son las cosas y así es como, por ahora, tiene que ser. Y es ley de vida. Solo quiero dejar aquí plasmados mis sentimientos, ahora que termina mi baja, para recordarlos siempre y estar orgullosa de haber aprovechado cada día con mi niño. Ha sido un periodo muy bonito de mi vida que siempre recordaré con cariño, con una enorme sonrisa en la cara y también con alguna lágrima de emoción.

Agradezco enormemente a Gafapapá, a la vida, a la Naturaleza y/o a quien proceda que haya podido vivir este momento TAN especial en mi vida. GRACIAS.

Productos que más utilizo como mami

En estos primeros 4 meses como mami que soy, llevo utilizando una serie de productos con los que me apaño estupendamente. Seguramente, a medida que pase el tiempo, vaya utilizando otros y/o deje de utilizar algunos de los que aquí os voy a comentar. Me viene bien dejar constancia de ello por si me quedo embarazada en un futuro o por si alguien me pregunta alguna vez.

Discos absorventes Chicco: Es el básico por excelencia en mi día a día. He probado los discos de Mothercare y los de Avent, pero sin duda me quedo con los de Chicco. ¿Por qué? Porque son los que mejor se adaptan al pecho sin que se noten muchas marcas; no te deja sensación de «tengo un pedazo de algodón puesto ahí» como me ocurrió con los de Mothercare. También por su precio. El pack de 60 cuesta poco más de 7 euros (¡ojo porque de una farmacia a otra puede haber una diferencia de hasta 3 euros!). Y muchas veces me viene con regalo de un mini pack de 30 unidades más. Un acierto total.

Discos chicco

Crema Purelan 100, de Medela: Afortunadamente no he tenido ningún problema por la lactancia. Ni una grieta ni nada. Eso que me llevo del aprendizaje de la «semana horribilis» en la UCI… pero eso es otra historia. Al tema. Utilizo esta crema pese a no tener heridas, simplemente por evitar sequedad. También nos ha resultado útil el primer mes de vida de mi bollito, cuando le salió una especie de callo en el labio debido a la succión. Un poquito de Purelán le suavizó inmediatamente.

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Reafirmante Post Parto Trofolastín: Durante el embarazo utilicé la crema anti-estrías de esta marca y no me gustó tanto como me gusta ahora la reafirmante. El olor era un poco fuerte y algo desagradable. Pero la reafirmante no huele nada mal y los resultados están siendo buenos. A ver, la crema milagrosa no es, tampoco creo que lo sea ninguna en este caso… A mí lo que me falta es un poco de movimiento, de tonificación, de cardio… He recuperado mi peso anterior al embarazo, lo que estoy es un poco «flu-fli».

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Hidratante Nivea Soft para el cuerpo: Uy, a mí esta cremita ya me encantaba de siempre. Es tan fresquita y agradable que no dejo de utilizarla. A veces me la pongo también en la cara ya que no es nada grasa. Se absorve enseguida y huele bien.

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Hidratante para cara Hydrance Optimale UV ligera, de Avene: Pues igual que en el caso anterior, esta crema ya la utilizaba antes de estar embarazada y siempre me ha gustado mucho. No deja la piel nada grasa y encima protege del sol. Además, muy útil para evitar manchitas en la piel durante el embarazo.

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Contorno de ojos Idéalia de Vichy: Bueno, bueno, bueno… Ésta ha sido mi última adquisición. 100% recomendable para las noches interrumpidas por tomas, por caídas de chupete, por cacas descomunales que atraviesan el pañal como su sonido en tus tímpanos…. Es ponerse un poco de este contorno y desaparecen las ojeras de mapache. ¡Un gran descubrimiento!

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Y vosotr@s ¿Qué es lo que mejor os funciona como mamis/papis?

 

 

 

 

 

¿Dónde está mi suelo pélvico?

Se busca, ofrezco recompensa, ¡jejeje!

Ahora en serio. Quizá vosotras, madres experimentadas, penséis que soy una dramas y que exagero. O que esto era así y que cómo es que no lo sabía. O que de qué estoy hablando si vosotras lo tenéis todo muy bien colocado… No sé, el caso es que hace 4 meses que nació mi bollito y mi suelo pélvico parece que se ha ido de vacaciones (o para siempre… ay, espero que no).

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Resulta que la semana pasada empecé Pilates y me di cuenta (y la profesora también) de que tengo el suelo pélvico más flojete que Espinete. No aguanto bien la contracción. Cuando digo bien, me refiero a mucho tiempo. Aunque sí que tengo bien localizada la zona que tengo que contraer, me cuesta bastante más que antes. Claro, he sido madre y por ahí ha pasado lo que ha pasado… pero pensaba que a estas alturas estaría más recuperada.

He ido a que me miren y parece que todo es normal y que solo tengo que ejercitar más la zona con los Kegel y algo de hipopresivos. Así que ¡me tengo que poner seria con esto!

Y vosotras, ¿cuánto tardasteis en recuperar vuestro suelo pélvico?

Así, sí se puede

Entrada rápida dejar reflejado algo que acabo de leer en la revista Ser Padres y que ha llamado mi atención. Se trata del documento «Por un Portugal amigo de los niños, de la familia y de la natalidad (2015-2035)» que recoge las medidas que se plantea poner en marcha el país vecino para mejorar su tasa de natalidad. Dicho informe recoge los siguientes objetivos:

  • Beneficiar a las empresas que contraten a embarazadas, madres y padres con hijos (hasta los 3 años).
  • Recibir el sueldo completo tras la baja maternal y durante 1 año, a pesar de tener una jornada reducida.
  • Deducción en la declaración de la renta de los abuelos que corran con los gastos de educación y sanidad de sus nietos.
  • Tarifas familiares de agua, limpieza y basuras o transporte público, entre otras.
  • Reducción del Impuesto Municipal sobre Bienes Inmuebles según el número de miembros de la familia.
  • Revisión de los costes y horarios de las guarderías.

Cuando lo he leído se me ha venido a la cabeza la siguiente palabra: «Olé».

Bien es cierto que el país no goza de su mejor momento económico, pero el documento, presentado por una comisión de expertos a petición del Partido Social Demócrata, se plantea como «una cuestión de verdadero interés nacional» por lo que se pide la implicación de todos los partidos políticos y del conjunto de la sociedad.

Ganas dan de cruzar la frontera…

Escapada a Logroño con bollito

Estas vacaciones han sido muy tranquilitas. Del bochornoso calor del Mediterráneo pasamos al gélido clima del norte en cuestión de kilómetros, tomas, cambios de pañal y muchas horas de sueño (del peque claro). Y antes de dar por finalizadas nuestras vacaciones, decidimos pasar por Logroño ya que pillaba a mitad de camino y aún no la conocíamos.

Nos alojamos en el hotel AC La Rioja by Marriott, situado a escasos 15 minutos andando del casco histórico de Logroño. Hemos de decir que un 10 para este hotel. Les pedí cuna en la reserva telefónica y no solo nos pusieron cuna sino que además nos dejaron una mini bañerita para poder asear a nuestro bollito.

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Image (1)Veréis que la cuna tampoco es que fuera lo último en diseño… pero oye, su servicio hizo y tanto el colchón como las sábanas y mantita que pusieron estaban muy bien. Lo de la bañerita nos encantó porque bañar a nuestro gordito en los lavabos modernos de cristal y con poco fondo… como que no.

En cuanto a nuestros paseos por la ciudad, Logroño se puede patear tranquilamente con un carrito. Las aceras son amplias y no nos encontramos con muchas escaleras. Incluso en el casco histórico. Eso sí, ir a la Calle del Laurel en hora punta de pinchos con tu cochecito puede ser un pelín agobiante por la cantidad de gente que se concentra y el reducido espacio. Pero merece la pena si os apetece.

 

¿Es un pájaro… un avión? No, ¡es un pedazo de premio!

one-lovely-blog-awardPero qué ilusión nos hace recibir premios de blogueras encantadoras. Así una se anima que da gusto 🙂 Muchísimas gracias de corazón a Ma petite Troll por este genial detalle. Y perdona la tardanza en responder 😉

Este premio se otorga a blogs jóvenes y no tanto para darles a conocer dentro de la blogosfera, y es muy importante que sigamos con la cadena, por el mismo motivo. Para ser nominado tienes que cumplir con los siguientes puntos:

– Agradecer el premio a quien te nominó

– Responder un cuestionario de 11 preguntas.

– Nominar a otros 11 nuevos blogs.

– Informar a tus nominados.

Pues nada, vamos a responder el cuestionario:

¿Qué tan difícil/fácil ha sido elegir el nombre de tu blog?

Pues no nos resultó muy fácil, la verdad, con tantísimos blogs ya existentes en este maravilloso mundo de la madresfera iba a ser complicado no coincidir, ser original y plasmar tu personalidad en el nombre del blog. Pero creo que al final logramos aunar estas 3 variables en el nombre de Gafapapás. No hace falta aclarar que los dos usamos gafas… jejeje.

¿Pensaste alguna vez estar metido en este mundillo bloguero?

Sí. Tenía muchas ganas de contar mi experiencia como madre en un blog. Sigo diferentes blogs de madres desde antes de ser madre y creo que la cantidad de cosas que podemos contar en la red como madres y padres son de inmensa utilidad. Qué pañales comprar, cómo sobrevivir al primer día de trabajo, qué llevar al hospital, las vacunas, los dientes, las rabietas… Temas que nos sirven tanto para desahogarnos como para ayudar al prójimo.

¿Qué quieres lograr con tu blog?

Pues desde el principio me lo planteé como un diario virtual en el que quedase plasmada mi experiencia. Por lo tanto, me gustaría tener continuidad y poder consultar en un futuro lo que me está pasando en el presente. Además, si puedo ayudar a alguien con mi experiencia, sería genial. También me encanta la idea de pertenecer a este mundo de madres y padres blogueros modernos, felices, con sentido del humor 🙂

¿Tus mejores cualidades son?

Uff, preguntarme esto a solo 2 meses de dar a luz, con las hormonas aún revolucionadas y la cabeza en otra parte es complicado… Pero bueno, creo que el ser optimista y creer que siempre hay una solución para lo que surja es algo que me ha caracterizado antes de ser madre y también ahora. Además, siempre trato de ofrecer mi mejor sonrisa y le doy mucha importancia al sentido del humor. Mejor las alegrías que las penas.

¿Vaso medio lleno o medio vacío?

Siempre medio lleno.

Si existiera el hada de los blog, ¿qué le pedirías?

Más tiempo para escribir y leer.

Tu motor es…

La felicidad de los míos.

¿Has conseguido algún beneficio por ser bloguera?

Conocer a gente interesantísima y encantadora.

El post que más te ha costado escribir hasta ahora…

El del parto.

El post que más has disfrutado escribiendo…

Los post sobre mi «semana a semana» del embarazo. ¡Qué recuerdos!

Tu filosofía de vida resumida en 5 palabras…

Sonríe, escucha, ayuda, ama, duerme (esta última es fundamental… ).

 

Y ahora toca nominar.

Bienvenida Mamá

En brazos de mamá

Días de 48 horas

La mamá de Álvaro

Frikimamá

Mamá Full

Mami a tope

Laura en París

Que viene mamá pata

Dos rayitas

Lectora, profe y mamá

 

¡Os lo merecéis!

Crisis de crecimiento o bache de lactancia

Ahora que tengo unos minutillos libres, aprovecho para escribir en el blog, que ya hace bastante que no lo hago! Y lo voy a hacer sobre las crisis de crecimiento o baches de lactancia, algo que creo que nos preocupa a muchas mamis y que sucede o puede suceder varias veces en la vida de nuestros bebés.

Resulta que entre el mes y el mes y medio de la criatura se produce un pico de crecimiento que se traduce en una mayor demanda de alimento (en mi caso, leche de mamá). Esto también puede volver a ocurrir a los 3 meses. ¿Qué es lo que pasa? Pues que si hasta entonces las tomas se producían cada 3 horas, aproximadamente, ahora la frecuencia es mayor y podemos vernos con el peque comiendo cada hora (hay casos que incluso cada menos tiempo).

Y no es solo que haya mayor demanda, sino que podemos vernos con verdaderas luchas a la hora de dar el pecho ya que el bebé se agita, coge y suelta el pezón, llora y parece no gustarle lo que está comiendo. Estas tomas son más cortas, por lo que es fácil que una llegue a frustrarse pensando: ¿Está comiendo lo suficiente?, ¿se queda con hambre?, ¿por qué parece que ya no le gusta mi leche?, ¿le dolerá algo?… y así hasta acabar con la cabeza como Stewe.

stewe

 

Desde mi experiencia más reciente, pues estoy saliendo ya de esta crisis, lo más recomendable para todas y todos es mantener la calma. Gravaos a fuego la palabra PACIENCIA. La clave para superar este bache está en la actitud de la madre. Y para que la madre tenga una buena actitud, no os cuento lo importante que es el apoyo y el ánimo de quienes la rodean. Cuando más calmadas, serenas y optimistas estemos, mejor saldrá todo.

Además, hay que acompañar a la paciencia de una serie de acciones:

Dar al bebé todo el pecho que pida. Da igual que haya picado hace media hora, hay que darle a demanda. Lo que hacemos con esto es regular la producción a la nueva cantidad que está demandando nuestro peque.

Dar el pecho en un sitio tranquilo, con luz tenue, sin ruidos, sin televisión. Solos el bebé y tú. Incluso recomiendan practicar el piel con piel antes de la toma. Así, el bebé estará mucho más tranquilo.

No forzarle nunca. Si no quiere comer, que no coma. Ya pedirá más tarde (pide SEGURO).

Deciros que cuando comenzó esta crisis, me puse a buscar información como una loca e incluso contacté con matronas y en todas partes me encontré con estas claves. Me fue de muchísima utilidad el Foro del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría. Os animo a que entréis y os registréis.

Y una última cosa: No decaigáis. Es muy fácil que en estas crisis de crecimiento se piense una y mil veces en meterle biberón al nene. Pero esto no hará más que echar al traste la lactancia materna exclusiva. Lo que hay que hacer es aumentar la producción de leche y esto solo se consigue con nuestro nene comiendo. Si le privamos de tomas y le damos biberón, nuestro pecho no se estimulará y adiós a la leche.

¿Cuál ha sido vuestra experiencia?

 

 

El horno sonó y nuestro bollito nació

He estado mucho tiempo desconectada, pero las circunstancias han sido las que han sido 🙂

Nuestro bollito nació el 23 de mayo y desde entonces nuestra vida ha dado un vuelco. Mira que nos lo imaginábamos, pero la realidad siempre supera a la ficción. Así que, aprovechando a que el nene descansa plácidamente después de su toma de desayuno, escribo para contar cómo nació nuestro bollito, aunque gran parte ya os la ha adelantado Gafapapá en el post anterior.

El jueves 22 Gafapapá y yo dimos un largo paseo por las calles de Madrid. En concreto, fue en la calle Castelló cuando noté algo diferente. Fue entonces cuando perdí el tapón mucoso (disculpas escatológicas). Como buenos alumnos que éramos, no le dimos mayor importancia ya que en las clases de preparto ya nos avisaron de que esta pérdida no era signo de parto inminente como tal. Así que llegamos a casa, cenamos unos sándwiches caseros riquísimos (de estos que haces con huevo frito y todo lo que se te ocurra) y bebimos una cerveza negra 0,0 que me supo a gloria. Eran las 00:30 de la noche cuando me metí en la cama. A las 00:40 rompí aguas.

La m30 no podía estar más vacía, así que el camino hasta el hospital fue muy tranquilo y sin dolores. Llegamos a urgencias y directamente me ingresaron cuando comenté que había roto aguas. En la primera exploración, la matrona, una mujer grandota que no me gustó mucho en la primera impresión, me comentó que posiblemente me tendrían que poner un gel de prostaglandina para inducir el parto ya que aparentemente no tenía contracciones. Me monitorizó y al irse empezaron de manera espontánea mis primeras contracciones. La ginecóloga de guardia observó que mi cuerpo ya se había puesto de parto, así que este gel ya no sería necesario. Lo que sí iba a necesitar era oxitocina para regular mejor mis contracciones, pero esto sería un poco más adelante.

Nos cambiaron de sala de dilatación a una más grande y cómoda y afortunadamente también cambió el turno tanto de la matrona grande como de la ginecóloga. Ninguna de las dos me dieron buena espina. La matrona siguiente era un amor. Me ofreció una pelota de pilates para calmar los dolores de esas primeras contracciones que se fueron intensificando con la oxitocina. La pelota estuvo bien un rato, pero la epidural molaba más. Antes de dar a luz no sabía si querría epidural o no ya que nunca había experimentado el dolor de las contracciones. Pero eran las 6 de la mañana aproximadamente, yo estaba solo de 2 cm y eso dolía MUCHO así que me dije: «con este dolor ahora no voy a llegar con fuerzas a los 10cm», así que, marchando una de epidural.

La anestesista hizo un trabajo impecable. No me dolió nada y la analgesia durmió lo que tenía que dormir. Nosotros también dormimos mientras de cuando en cuando se acercaba una ginecóloga a «echar un vistazo».

A partir de entonces el tiempo pasó rápido, hasta que llegué a estar «completa» y me dijeron que tenía que empezar con los pujos para que mi bollito fuera bajando. Esa parte, la de los pujos en la sala de dilatación, es la que se me hizo más larga y pesada. Al tener la epidural no sentía realmente si estaba empujando bien y me cansaba muchísimo. Pero Gafapapá me ayudó como no os imagináis. Casi sentí que hacía más fuerza él que yo!  Entonces llegó mi ginecóloga para ver cómo iba con los pujos y en uno de ellos le dijo a Gafapapá: «mira, asómate». Y la cara del futuro papi se convirtió de repente en la de papi de verdad al ser el primero en ver la coronilla de nuestro nene. Esto me animó muchísimo y me cargó de fuerzas y de energía. Esa expresión, esa mirada… no la olvidaré nunca. Jamás la había visto en su cara.

Así que, con la coronilla de bollito asomando, pasamos al paritorio. Bueno, pasé yo sola con el equipo médico. Gafapapá se quedó fuera vistiéndose de quirófano y esperando a que le dieran la señal para entrar dentro. A mí me cambiaron de camilla para ponerme en una de parto. Me pusieron mantas verdes por encima, me saludaron, se me presentaron y me dijeron que todo iba a salir bien. Mi ginecóloga me dijo que iba a hacer una ligera presión sobre mi abdomen porque el nene no había bajado del todo y había que ayudar. Mi cara mostró preocupación porque no me gustaba la idea de una maniobra de Kristeller. Pero me prometió que no me iba a hacer daño y que no era esta maniobra como tal, que solo era una ayuda. Y realmente lo fue. No me hizo ningún daño y me trató con mucho cariño. Además, el que me informara antes de cualquier maniobra era algo de agradecer.

Había otra ginecóloga en el parto, era la que sacó a mi nene con ventosa, la que me le enseñó, la que me asustó un poco cuando vio su cabeza salir y dijo en voz alta: «pero qué grande viene!» y yo dije: «eh? entonces qué hago? sigo empujando?», jajaja!. No sé muy bien si las palabras son suficientes para expresar lo que sentí en el momento de ver la cara de mi hijo. No, creo que no encuentro las palabras adecuadas. Me dijeron que alargara los brazos y le terminara de sacar yo por las axilas y así hice sin pensar y me le puse encima y estaba calentito y resbaladizo y tenía la misma cara de su padre. Ya estaba con nosotros 🙂

Y ahora viene la parte oscura en la que el peque no reaccionaba y se le llevaron a reanimación, cosa que duró poco porque rápidamente se puso a llorar y a patalear. Y luego la otra parte oscura en la que me dicen que mi niño tiene fiebre y que como habían pasado 15 horas desde que rompí aguas, corría riesgo de infección, así que se le llevan a la UCI de neonatos. Y luego la tercera parte oscura, casi negra, en la que me quedo sola en la sala de dilatación donde había estado 15 horas esperando a mi nene. Sola sin Gafapapá, que estaba haciendo papeleos de ingreso para el niño. Sola sin mi hijo. Sola.

Y luego ya no estuve sola porque me llevaron a la habitación que tenía asignada y allí me esperaba mi familia con lágrimas en los ojos y yo sin poderles presentar a su nieto y sobrino porque se le habían llevado a la UCI.

Pero a mí estas partes tan oscuras no me gusta recordarlas, así que no quiero extenderme mucho más. Pasaron los días (infernales) en los que tratábamos de sobrevivir en la UCI. Y yo, mientras, recuperándome (mal) de un parto. Y al final, llegó el día en el que dormimos en casa los 3. Digo «dormimos» por decir algo, claro. Porque desde entonces este concepto ha cambiado rotundamente. Pero lo afrontamos con felicidad y con paciencia, que yo creo que es la clave en todo esto de la maternidad/paternidad.