Lo que importa no es cómo se entra en un hospital, sino cómo se sale.
En nuestro caso, salimos siendo una familia de tres personas sanas. Agotados pero felices. En lo que a mí respecta, el día del parto terminó en ese momento. Fue un día largo, como ocho de los oficiales, porque el niño nació con un poco de fiebre y tuvo que quedarse en UCI hasta completar un tratamiento antibiótico.
No os voy a soltar esa mierda de “al final bien está lo que bien acaba”. Fue una semana dura. Sobre todo las primeras horas, sin saber bien qué pasaba, si el peque se quedaba ingresado o no, qué tenía exactamente… Cuando la cosa se fue aclarando y respondió bien al antibiótico, cada día fue un poco mejor que el anterior. Y Gafamamá aumentó aún más la admiración que ya sentía por ella. Fue una roca en todos los momentos en que debía serlo, en todos los momentos en que el niño necesitaba que estuviese allí.
Nadie quiere pensar en que le va a tocar estar en una UCI de neonatos, pero suele ser uno de los motivos para elegir/descartar hospital de parto. No os imagináis lo felices que somos de haberlo tenido en cuenta. UCI allí mismo, y buena. No tengo más que palabras de gratitud para todo el personal de la UCI neonatal del Hospital Sanitas La Moraleja.
Aunque cada caso es un mundo, aquí hay algunas lecciones que os pueden servir:
- Ya lo he dicho: dad a luz en un hospital que tenga UCI neonatal allí mismo. Y que tengáis buenas referencias de ella. Imaginad tener que tragar la misma noticia pero con el niño en un edificio diferente del de la madre. No os la juguéis.
- Mete crema de manos en tu equipaje para el hospital. Nuestra UCI nos permitía estar a los padres tanto como quisiéramos, lo que significa que estábamos allí casi a todas horas. Cada vez que entras y sales debes lavar y desinfectar tus manos. Al final del segundo día puedes tener, como yo, heridas abiertas en varios dedos y los nudillos en carne viva hasta el punto de que el siguiente lavado duela. Ten crema a mano y coge el hábito de echarte un poco cada vez que salgas de la UCI.
- Piensa sólo en la próxima cosa que tengas que hacer. Como mucho, en la próxima toma. No hay mañana. No hay “la semana que viene tengo que”. Piensa en corto plazo y lo menos posible.
- Sé un animal. Come cuando toque, aunque no tengas hambre (un buen truco es comer poco pero cinco veces al día, como los niños). Y si tienes hambre, también. Necesitas fuerzas y no sabes cuándo podrás volver a comer con calma (o sin ella). Mantente hidratado. Duerme cuando tengas ocasión. Si te derrumbas de agotamiento, generas un problema más.
- Sobre los alimentos, recuerda que algunos son ansiolíticos naturales. El chocolate, por ejemplo. Y algunas frutas.
- Ayuda a la madre. Haz que coma cuando debe. Haz que beba. Haz que descanse. Ella está pasando por lo mismo que tú y además está convaleciente de un parto.
- Da por hecho que no lo harás bien. Nadie ensaya para esto. A nadie le sale bien. Habrá momentos en que no cumplirás tus propios consejos, en que te equivocarás, en que te derrumbarás. Perdónatelo por anticipado.
- Sé consciente de que no estás al 100%. Estás maldormido y sometido a estrés. En mi caso, ser consciente de esto fue un factor para decidir a qué horas iríamos a casa y a qué horas de la mañana volveríamos al hospital. Escogimos un horario en que sabía que no habría tráfico. Un atasco puede añadirte nervios (como si te hiciera falta) y quitarte tiempo de ver a tu hijo. Además, no tienes los mismos reflejos que en condiciones normales de conducción. Personalmente, aparcaba a las 6:00-6:30 ante el hospital.
- Sé sincero con los demás. Lo más probable es que no te dé tiempo de avisar del nacimiento ni de atender a todo el mundo ni de recibir visitas (estarás o viendo al niño o durmiendo/comiendo). Dilo sin complejos. El que te quiera lo entenderá. El que no, no merece tu tiempo.
- El móvil que no se está usando se está cargando, sobre todo de noche. En la UCI tienen tu teléfono y estos son los últimos días en los que quieres quedarte incomunicado.
- Ten siempre monedas a mano, guarda el cambio y atesóralo. A según qué horas, la máquina de vending es lo único que está abierto para calentar el estómago con un café o sacar (a ti o a la madre) algo de comer o beber.
- …Añadiría que no pienses en el tiempo que falta para el alta, sino que cuentes el que ya has dejado atrás, recordando que esas horas ya no tienes que volver a pasarlas. Pero es un consejo que sólo sirve si te ocurre que, como a nosotros, tienes una fecha probable de alta muy clara. Soy consciente de que en eso fuimos afortunados.
Del hospital en sí tengo poco que decir. Trato amable de todos los profesionales del parto, buenas instalaciones, cafetería cara y de calidad regular-mala, como es de esperar en un hospital (aunque el desayuno es aceptable y café con leche, no sé por qué, me pareció muy bueno).
Tuvimos suerte, dentro de todo. El niño nunca estuvo grave, nunca temimos por su supervivencia, etc. Si te ocurre y tienes una suerte parecida, cada bebé que veas marcharse será como una promesa de que tu propia alta se acerca, de que de allí se sale. Y tus primeras horas con tu niño siguen siendo tan especiales que te verás sonriendo y quizá hasta soltando una carcajada, aunque las primeras horas o días lo hubieses pensado imposible en un sitio así. También terminarás viéndole las ventajas: la ayuda de las enfermeras fue muy importante para instaurar la lactancia con nuestro bollito y de algún modo tuvimos un curso acelerado de cómo cogerle/cambiarle/cuidarle y de a qué signos hacer caso y a cuáles no.
Espero que nunca os toque. Si os toca, pensad sólo en lo que os he puesto al principio: no importa si se entra ni cómo se entra. Importa cómo se sale.