La niña que llevo dentro

Si Anastasia Steele repite incansable, agotadora, hastiosamente unas cuantísimas veces la expresión «la diosa que llevo dentro» en 50 Sombras de Grey, yo muchas veces me repito la de «la niña que llevo dentro». Y últimamente, más. Y es que siempre la he mantenido muy activa, a pesar de haber ido soplando velas (ojo, que solo van 32, ¿eh?). Pero ahora, con un bollito de 9 meses, no hace más que salir cada vez que tiene ocasión. Y es algo que me encanta. Es hacer literalmente el mono (u-i-u-a) y mi nene se parte de risa. Si me tiro en plancha sobre la cama estando él tumbado, se pone hasta nervioso. Y lo de las pedorretas ya se nos ha ido de las manos. Pongo voces tan agudas que podría reventar el Palacio de Cristal del Retiro; y hablo «balleno» nivel proficiency.

Me encanta poder disfrutar así con él, pero también me sienta fenomenal hacerlo conmigo misma. A pesar de los horarios, de las horas de no sueño, de los quehaceres de casa y fuera de ella y del agotamiento que cae como una losa sobre mi contracturada espalda cuando bollito cierra sus ojitos. Tener tan activa a la niña que llevo dentro me carga las pilas y me aporta un buen rollo que mi cuerpo lo agradece. A ver, que me sentaría bien una sesión de masaje relajante, pues claaaaaaro. Pero creo que si fuera una persona «demasiado adulta» no disfrutaría como disfruto del día a día. Y no le regalaría tantos momentos de risas infinitas a mi pequeño.

Hace poco me enviaron mis padres una fotografía de cuando era una niña pequeña y ahí salgo yo, con mis gafotas, mi pelo alborotado y una sonrisa de oreja a oreja. Así me recuerdo yo física y emocionalmente. Y así me sigo sintiendo taitantos años después.

Y vosotros ¿os liberáis y sacáis de vez en cuando al peque que lleváis dentro?